La República de Weimar, es un referente para entender el momento actual que vive México.
La República de Weimar nace en la Alemania derrotada durante
la primera guerra mundial. Surge en 1918 en sustitución del Imperio Alemán, en
una transición que se inició a partir de una nueva constitución creada en la
ciudad de Weimar por la Asamblea Nacional Constituyente, la cual entró en vigor
el 14 de agosto de 1919.
Esta constitución impulsada por partidos de izquierda moderada,
-como son los socialdemócratas-, representaba la transición a un régimen democrático,
que generó grandes expectativas de justicia social y empoderamiento de la clase
trabajadora.
Sin embargo, este modelo de gobierno, -no obstante tener como
objetivo ser incluyente y darle cabida aún a los sectores conservadores-, en la
práctica representó una era de gran inestabilidad social y polÃtica, derivada
del ambiente de confrontación y divisionismo.
En este contexto surgieron las “freikorps”, y las “wehrorganisationen”,
que eran bandas armadas, formadas por exmilitares que se dedicaron a vender
protección a terratenientes y campesinos que temÃan ser despojados de sus
tierras ante los nuevos tiempos de reivindicación del proletariado. Sin
embargo, estos grupos paramilitares después se convirtieron en saqueadores y
extorsionadores.
La inestabilidad polÃtica y el populismo generaron
desconfianza. Muchos vivales se enriquecieron estafando a la gente necesitada.
La gente honesta vió esfumarse su patrimonio y los vividores hicieron grandes
fortunas.
En 1923 sobrevino la hiperinflación que pulverizó el dinero,
los ahorros y el patrimonio de gran parte de la población. Ante la miseria de
las mayorÃas y graves carencias básicas en las familias, el nuevo gobierno impulsó
los programas sociales que fueron afrontados por un estado pobre, cuyas
finanzas estaban comprometidas con el pago de las compensaciones exigidas por
las potencias vencedoras de la guerra, -Estados Unidos, Francia, Inglaterra e
Italia-, lo cual derivó en una crisis económica.
Sin embargo, es sabido que las crisis económicas estimulan la
evasión emocional como una compensación psicológica. Por ello, -durante la
República de Weimar-, florecieron la industria del entretenimiento, las artes y
la cultura, lo cual constituyó un paliativo que ocultaba los grandes conflictos
sociales y polÃticos que hibernaban en el inconsciente colectivo del pueblo
alemán, escondiendo asà su frustración.
La confrontación, resentimientos, reproches e intercambio de
culpas vivÃan a flor de piel, -pero de forma invisible-, mientras la vida
cotidiana continuaba.
La “gran depresión” de 1929 generó un descalabro económico
con grandes repercusiones en la economÃa familiar. Millones de personas
quedaron desempleadas y miles de pequeños negocios cerraron.
Es en este contexto de polarización, confrontación y
nostalgia por la grandeza imperial perdida, es que se empieza a gestar la
búsqueda de culpables para canalizar el sentimiento de victimización colectiva.
De este modo surge un nuevo movimiento polÃtico de tipo
reivindicatorio, -el nacionalsocialismo-, liderado por un joven austriaco de
nombre Adolfo Hitler, que le promete al pueblo germano rescatar la grandeza de
la nación alemana y para ello le ofrece a través de su libro “Mi lucha”, todo
un modelo antropológico, donde la raza aria, -la esencia del pueblo alemán-, está
a la cabeza y el pueblo judÃo casi al final. El factor étnico es un gran
catalizador de poder polÃtico para quien lo desarrolla manipulando significados
sensibles que le permiten dominar a quien tiene lastimada la autoestima.
Asumir el rol de lÃder reivindicador frente a un pueblo
victimizado, -que se sentÃa engañado y estaba sensible a reaccionar frente a
narrativas populistas-, representa una estrategia de fácil respuesta para
activar el nacionalismo patriotero sustentado en agravios.
Hoy que vemos a México como un paÃs confrontado y dividido,
en el que la narrativa polÃtica se orienta hacia el fortalecimiento de las
diferencias que nos dividen, -y no en las coincidencias que nos unen-, debemos
voltear hacia la experiencia de la República de Weimar, que hace 100 años generó
grandes expectativas que se convirtieron en un espejismo que estimuló las
condiciones sociales y polÃticas que facilitaron la llegada de un sistema de
gobierno autoritario como lo fue el de
Hitler, a través de elecciones democráticas que tuvieron gran legitimidad.
La debilidad del estado permitió al final de la década de
los veintes, -e inicios de los treintas-, que surgieran grupos violentos que
extorsionaban a la población y tomaban posiciones polÃticas relevantes, como
hoy lo hacen en México los grupos de la delincuencia organizada. En algunas
zonas de nuestro paÃs estos cárteles se convierten en los electores que
seleccionan candidatos, eliminan a los que les estorban, y obligan a los
candidatos en campaña a pedir permiso para realizar eventos electorales,
mientras quien gobierna al paÃs hace como que “no se da cuenta” y festeja logros
de su gobierno, inexistentes.
Hoy vemos en México un gobierno débil, -que niega la
realidad evidente con retórica y demagogia-, mientras es rebasado por grupos de
poder fáctico que operan regionalmente y toman control, no sólo de los “giros
negros”, -como sucedÃa antes-, sino de toda la actividad económica y comercial formal,
todas las actividades públicas, -e incluso-, controla la vida privada y las
actividades familiares de la población. Mientras tanto, el gobierno con
distractores trata de decir “aquà no pasa nada” y para ello llenan la plancha
del zócalo capitalino con espectáculos gratuitos, para que el pueblo se
distraiga y no piense en sus tragedias cotidianas.
Es importante vernos proyectados en el espejo de la
República de Weimar y las condiciones sociales y polÃticas que propiciaron su fracaso,
para definir si ese es el paÃs que queremos dejar a las nuevas generaciones.
Desde hace muchos años vemos que las grandes tragedias
polÃticas del mundo contemporáneo llegan a través de los canales propios de la
democracia, -ganando elecciones legÃtimas-, y destruyéndola cuando ya están instalados
en el poder, para que nadie los pueda echar fuera.
La democracia es la gran aspiración del mundo contemporáneo,
pero también representa su mayor riesgo cuando el pueblo no se compromete a
defenderla. Puede ser una puerta totalmente abierta al desarrollo, la bonanza, la
paz, la unidad y la calidad de vida, pero también la puerta de acceso para el
totalitarismo y los gobiernos autocráticos.
La democracia es como el “Caballo de Troya”… si no tenemos
cuidado, podrÃamos estar abriendo nuestra casa y hospedando, a quienes después nos
despojarán de ella.
MOVIMIENTO CIUDADANO Y EL “TIMING”
Movimiento Ciudadano ha sido un gran proyecto polÃtico desde
sus inicios en 1996, en que Dante Delgado creó una asociación polÃtica denominada
Convergencia por la Democracia, que después se convirtió en partido polÃtico de
ideologÃa socialdemócrata.
Convergencia fue refundado en 2011 como Movimiento Ciudadano
y desde entonces ha mantenido un crecimiento constante. Hoy gobierna dos de las
entidades federativas más importantes de México.
Sin dudar de sus grandes méritos polÃticos, este partido hoy
se está convirtiendo en la bisagra que puede dinamitar la alternancia
partidista que da sentido a la democracia.
Su participación en la campaña presidencial con su propio
candidato, -evaluada desde la visión funcional y pragmática-, está
obstaculizando el triunfo de la oposición y con ello pone en riesgo su propio
futuro.
Todos los indicadores nos descubren que este gobierno pretende
imponer a cualquier precio la continuidad de su proyecto ideológico, la 4T.
Dividiendo el voto de la oposición, MC estará cortando de
tajo su oportunidad de competir por la presidencia de la república en el 2030.
Si repite la 4T los próximos seis años, este gobierno culminará
su vocación destructiva cancelando todos los avances democráticos, o sea, desapareciendo
de modo autoritario a todas las instituciones independientes que hoy garantizan
equilibrio y contrapesos.
Independientemente de que MC tenga un gran proyecto de
gobierno, a este partido no le alcanzan ni su propia infraestructura
territorial, -ni su presupuesto-, para enfrentar lo que parece ser una elección
de estado. Los grandes proyectos fructifican cuando tienen la paciencia de
esperar el momento oportuno a su favor. A menos de un mes de la elección es
temerario y obstinado pretender ganar la presidencia cuando la diferencia en
contra de quien hasta hoy lleva el liderazgo, es abismal. Es infantil pretender
conformarse con alcanzar un segundo lugar como si fuese un gran logro… pues
esta campaña electoral no es el pódium de las Olimpiadas. O se logra la
presidencia, ¡o se fracasa¡, pues no hay alternativa. La medalla de plata no
existe como triunfo relativo en una contienda electoral.
Lo que está en juego es el modelo de paÃs que tendremos a
partir del 03 de junio y es imperativo preguntar a MC… ¿De qué lado están?... ¿De
la democracia?
Independientemente del gran valor de su proyecto polÃtico, las
circunstancias ponen a este partido frente a la disyuntiva, entre comportarse
como oposición de verdad, -o ser un aliado involuntario de MORENA-, el partido del
gobierno que promueve la destrucción de nuestras instituciones. Estos son
tiempos de definiciones.
El interés superior de la nación debe estar por encima de
los intereses partidistas.
¿A usted qué le parece?
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